Recientemente se ha discutido en la palestra pública nacional la posibilidad de implementar una dolarización completa en el país, para solucionar con ello los diversos problemas monetarios que aquejan a la economía venezolana. Diversos puntos de vista han surgido por parte de profesionales de la economía y de las finanzas, pero también, es un tema que ha hecho mella en el público en general.
De hecho, uno puede escuchar como taxistas y vendedores, en perfecto rol de economistas, opinan e incluso argumentan, a favor de esta medida. Antes de emprender dicha aventura, se torna necesario comprender ¿en qué consiste? ¿cómo funciona? ¿quiénes lo han hecho?. En este sentido, la dolarización, en total aplicación del término, se entiende como la adopción por parte de un país de una moneda extranjera, de uso relevante internacionalmente, como moneda de curso legal y corriente, en sustitución de la nacional, siendo ésta mayormente el dólar, aunque bien podría tratarse de cualquier otra - como en el caso del acogimiento del euro por los países que conforman la Eurozona en 1999.
Lo relevante aquí es el reconocimiento oficial de la sustitución de la moneda por parte de la autoridad monetaria, distinguiéndose sustancialmente de aquellos casos o situaciones donde subsiste el uso frecuente de una moneda extranjera en la realización de transacciones, en la adquisición de activos y/o en cuentas bancarias denominadas en moneda extranjera, en respuesta a un proceso inflacionario y/o expectativas de devaluación que generan en la población la necesidad de refugiarse en dicha moneda (dolarización informal).
La dolarización
La dolarización es entonces un tipo de régimen cambiario extremo, y en teoría, irreversible. De su implementación se desprenden algunas implicaciones que pueden ser traducidas como ventajosas para el desempeño económico de un país, mientras otras actúan en perjuicio del rango de actuación de sus políticas económicas. En todo caso, aunque son muchos los planteamientos teorías, las experiencias empíricas, donde realmente pueden evaluarse los resultados de la dolarización, son pocas y sus temporalidades, limitadas.
Sin embargo, el caso citado por excelencia es el de Ecuador. Para finales de los años noventa Ecuador experimentó una fuerte crisis económica y financiera. La conjunción de: amplios desbalances en materia fiscal, incremento de la deuda externa, caída en los precios del petróleo - su principal producto de exportación - y el fenómeno climático El Niño en 1998 que impactó fuertemente el aparato productivo, llevaron al país en 1999 a una contracción del Producto Interno Bruto per cápita de 6,54% y una tasa de inflación de casi 100%, que venía incrementándose en esos últimos cinco años y se esperaba continuara así para el año 2000.
La manifestación de estos indicadores fueron: pérdida constante del valor de la moneda que, bajo el entonces vigente sistema de flotación, pasó de cerca de 5.000 sucres por dólar en 1998 a casi 12.000 en 1999; una crisis bancaria que implicó la caída del 70% del sistema, así como el congelamiento de gran parte de los depósitos a la vista y a plazo y el incumplimiento en el pago de ciertos bonos de deuda externa (bonos Brady). Ante la situación y en búsqueda de un mecanismo que le devolviera la estabilidad a los precios y el retorno a la senda de crecimiento de la economía, el entonces presidente de ese país, Jamil Mahuad, anunció la dolarización de la economía en enero del 2000.
A pesar de la deposición de su cargo días después, el nuevo conductor del país, Gustavo Noboa, continuó con la promoción de la dolarización. Para realizar la sustitución de todos los sucres circulantes en ese momento en manos del público, es decir, monedas, billetes y depósitos, se estableció una tasa de cambio de 25.000, que si bien resulto elevada, permitió la completación del proceso en nueve meses, aunque los depósitos de los organismos del Estado y otras instituciones recibieron un trato distinto.
Un factor importante que se reconoce en la ejecución de esta medida en el Ecuador, es la dolarización informal que existía previamente. En el periodo anterior a la dolarización oficial, bajo el tipo de cambio flotante y sin control de capitales, muchas transacciones se realizaban en dólares, la gente cambiaba gran parte de sus ingresos por sueldos y salarios a la moneda americana y existían muchos con tenencias para hacer los cambios, por lo que la popularidad de la medida ya era amplia incluso antes de oficializarse.
Una vez implementada la dolarización, Ecuador renunció a su capacidad de imprimir moneda, y por ende, a la facultad de influir en la economía a través de la política monetaria, que ahora maneja directamente la Reserva Federal de Estados Unidos. Además, ya no cuenta con ingresos por señoreaje, es decir, el beneficio que obtiene el Banco Central al poder emitir una moneda que luego valdrá menos, y, aun cuando puede realizar préstamos de corto plazo al sistema bancario en caso de emergencia, su disponibilidad para ello es limitada.
El tema precios
Por otro lado, la respuesta de los precios fue casi inmediata por lo que la tasa de inflación bajo a un dígito para el año 2003, acercándose a los valores de Estados Unidos. El riesgo país, medido por la diferencia en el rendimiento entre los bonos nacionales y los bonos libres de riesgo (de Estados Unidos) con características similares, también bajo de forma importante. Este hecho se debe a que, tal como reza la teoría sobre el tema, la dolarización elimina la posibilidad de devaluación, por lo que este componente del riesgo país también se elimina, pero se mantiene una parte que responde al desempeño productivo y manejo fiscal del país.
Al respecto, se puede decir que la dolarización por sí sola no garantiza la estabilidad plena, sino que debe ser acompañada por disciplina fiscal, para atraer las inversiones que aumenten la productividad y competitividad del país. Hoy día, 15 años después, han surgido elementos que ponen en duda la funcionabilidad del proceso.
El actual presidente ecuatoriano, Rafael Correa, quien ejerce un gobierno con inclinación populista, ha manifestado su posición contraria respecto a la implementación de la dolarización, por cuanto implica para su gobierno la mutilación de una herramienta tan importante como lo es la política monetaria, pero también ha declarado que salir de la misma sería muy costoso. El contexto económico al cual se enfrenta incluye una ralentización de la producción, crecimiento de la deuda y el mayor déficit fiscal desde principios de siglo.
Aunque el gobierno ha reiterado que no existe ningún plan para salir de la dolarización, una medida monetaria reciente puso en juicio dicha presunción. El pasado 2014 se anunció la implementación de un Sistema de Dinero Electrónico que busca la inclusión bancaria de gran parte de la población que actualmente no tiene acceso, mediante el uso de la telefonía celular para realizar transacciones cotidianas. Para ello, se cuenta con una moneda virtual, que si bien ha mantenido la paridad de uno-uno con el dólar, es especula sobre la posibilidad de que el gobierno la utilice para imprimir dinero virtual. La dolarización no es un proceso sencillo, su aplicabilidad debe ser evaluada de forma objetiva.
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