James contra James. Podía ser el título de una película. El colombiano debería aprender de la profesionalidad prudente de Bale. El Real Madrid no conocía esta locuacidad incendiaria de James Rodríguez cuando le fichó en el mes de julio de 2014. Vivía los mejores momentos de su vida, reconocido universalmente tras el Mundial de Brasil, y su fichaje por el Real Madrid era el colofón a una trayectoria ascendente de un talento que también fue patente en su primera temporada en el club blanco. Pero el futbolista sabe que no puede vivir de su leyenda. Y menos en un equipo cuya idiosincrasia se define por exigir títulos un minuto después de haberlos conseguido.
El centrocampista no ha rendido en su segunda campaña en España. Su lesión con Colombia, su choque personal con Benítez y ciertos problemas personales formaron un triple cóctel que explotó contra su rendimiento, físico y psicológico. El exentrenador madridista le quitó la titularidad en la primera jornada de Liga. Comenzó así un distanciamiento que sus dolencias convirtieron en un perjuicio total. Ahora ha vuelto a expresar, contra Zidane, las mismas indirectas que lanzo a Benítez: «Tengo mejor rendimiento (con Colombia) porque juego y recibo el apoyo de todos».
El club madrileño se ha cansado de esta reacción tan negativa del tercer fichaje más caro de la historia de la entidad: 80 millones. No rinde al nivel esperado y no acepta su suplencia. Sucedió con Benítez y ocurre ahora con Zidane. Y no puede decir que no se le han dado oportunidades. Se le ha intentado recuperar con partidos y más partidos. No ha demostrado su jerarquía.
Una rotura muscular en su pierna izquierda, sufrida el 8 de septiembre frente a Perú, le tuvo apartado de la competición durante más de un mes, En ese momento había disputado más minutos con Colombia que con el Real Madrid. Esa lesión le hizo perder la forma. Y ciertos problemas personales incidieron en su estado general. No volvió a adquirir un nivel físico aceptable hasta finales de octubre, cuando marcó un gol en el Sánchez Pizjuán, el 3-2 de la derrota madridista. Aprovechó su acierto para atacar a Benítez: «Yo estoy bien, podía jugar antes, ya lo he demostrado». Repitió esas palabras en su país, el 12 de noviembre, al jugar contra Chile. Al Real Madrid no le gustó ese comportamiento de provocar controversia para su beneficio particular.
Ahora, tras brillar contra Ecuador en Barranquilla (3-1), líder de una selección colombianaque juega para él y le exime de defender, ha repetido esa actitud crítica con su club, en este caso contra Zidane, que solo le perjudica a él. El 4 de enero James celebró el cambio de técnico, el despido Benítez, y los hechos han demostrado que su crisis de fútbol con el Real Madrid no era cuestión de un entrenador que le cayera mejor o peor. Tampoco juega bien con el francés. No aporta un plus de rendimiento. En el conjunto blanco debe bajar, presionar y crear. No lo hace como antes. Y el Real Madrid se ha hartado del individualismo del colombiano, que solo piensa en sí mismo.
Falta de respeto al equipo
El Real Madrid considera sus declaraciones una falta de respeto al entrenador y a la plantilla. «JR10» no admite su pase a la reserva. No acepta que otro compañero sea titular. Es una actitud que ya no sorprende en la casa blanca, pero no por ello menos criticable.
James Rodríguez rompe los códigos internos del equipo y del cuadro técnico. No acepta sus decisiones. La entidad piensa que es un gran futbolista y esas reacciones negativas son malas para el rendimiento.
Tampoco es inteligente hablar así en esos momentos, con toda la temporada en juego en dos semanas fundamentales. Su actitud no ayuda en el ambiente del vestuario. No hace cocina. Y el Real Madrid está decepcionado por la visión tan limitada de su futbolista.
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