El avión que LLEVABA al equipo a Manta voló varios minutos sin rumbo. Según el entrenador, el piloto decidió regresar a Quito porque les quedaba poca gasolina.
El entrenador de la Universidad Católica, Jorge Célico, agradece a Dios por esta nueva oportunidad que le ha dado la vida. Minutos antes de aterrizar en el aeropuerto de Manta junto a la delegación que ayer tenía previsto jugar ante Delfín, el estratega miró por la ventana del avión y observó como toda la ciudad se quedó a oscuras a las siete de la noche.
Mientras esperaba respuestas sobre lo ocurrido, el aterrizaje se demoraba. El piloto de la aeronave elevó nuevamente el avión a ocho kilómetros de la pista y empezó a dar vueltas en el cielo manabita.
Célico, quien estaba cerca de la cabina de tripulación, preguntó al capitán del aparato qué estaba sucediendo. Las palabras de este lo dejaron angustiado. “Me dijo que se había caído la torre de control y que estaban sacando a los heridos. Nos sentimos muy nerviosos porque no sabíamos qué pasaba. El piloto después nos contó que fue un terremoto, pero desconocíamos la magnitud. Entonces los jugadores solo pensaban en llamar a sus familias”, declaró Célico a EXTRA
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